Por Fernando Trujillo
Hay un fenómeno que está pasando en
Estados Unidos y no es algo nuevo, sino algo de lo que se ha estado hablando en
los medios y que se han hecho análisis.
Dicen que a Hollywood se le han agotado
las ideas y por eso hace puro remake o secuelas de películas ochenteras que en
su momento fueron icónicas.
Durante muchos años, la industria del
entretenimiento de los Estados Unidos domino el mundo cultural, a través de su
cine, televisión, comics, música, siendo las épocas de los ochenta y noventa su
mayor época dorada.
Las películas animadas de Disney
dominaban el mercado, el así llamado Renacimiento de Disney que empezó en 1989
con la película La Sirenita y culmino
en 1999, una edad dorada en la animación occidental.
Aquí en México no llegaban las películas
de Estudio Ghibli o de Hayao Miyazaki, películas que si lo vemos en retrospectiva
tienen un mayor trasfondo emocional que la película Disney noventera promedio,
por lo que los niños mexicanos para bien o para mal tuvimos que consumir
nuestros cerebros con películas de Disney.
Actualmente Estados Unidos junto con Japón
son los mayores distribuidores de animación tanto en películas como en series,
Estados Unidos sigue manteniendo su lugar en la hegemonía cultural, pero está
agotado.
Los Estados Unidos son una cultura
cansada, una nación que está viviendo una muerte de su creatividad y vive de
perpetuar sus franquicias más añoradas, explotando la nostalgia para seguir
viviendo.
Como un parasito cultural o como un
zombie cultural.
El actor Robert Downey
Jr vuelve al MCU como el Doctor Doom con una presentación que causo la ovación
de hombres adultos entre los treinta y cuarenta años, al mismo tiempo se
anuncian continuaciones de la serie Dexter: una precuela llamada Dexter
Original Sin y una secuela llamada Dexter
Resurrection con el regreso del actor Michael C. Hall.
¿Recuedan el chiste de los Simpsons con Alan
Moore sobre los Vigilantes bebes? Pues eso hicieron con Dexter.
Herbert West el científico loco creado por
Lovecraft regreso en la forma de productoras de cine y televisión para reanimar
franquicias de cine y televisión muertas hasta el cansancio.
Secuelas tardías de películas ochenteras en
forma de series o películas pero con wokismo por que la masculinidad de hace
cuarenta años era "toxica". Ahora
personajes femeninos empoderados y fuertes mandan sobre héroes de antaño
envejecidos y ridiculizados, como en las películas de Star Wars, Indiana Jones o la serie de He-Man.
The
Walking Dead sigue produciendo spin
off del spin off, siguen resucitando a Batman y Superman, algo de lo que ya
hable en mi artículo Ya basta de
superheroes.
The Boys tendrá un spin off en México, una precuela con
SoldierBoy y Stormfront, vienen más productos derivados porque Homelander es
Trump y tienen que seguir con eso los próximos cuatro años.
El caso de The Boys es un comic que es solo una
broma de un humor muy negro (para muchos de pésimo gusto) de Garth Ennis sobre
la industria de los superhéroes, que fue adaptado en una serie de televisión con
mucha violencia, gore y chistes sobre que los conservadores son muy estúpidos y
los demócratas son los buenos. La serie se tomó muy en serie un comic que es
una gran broma.
Un caso muy parecido es
el de Watchmen el comic escrito por
Alan Moore y que es una crítica muy destructiva al género superheroico, una sátira
muy oscura de lo ridículo que son los argumentos del comic de superhéroes (el
final del calamar gigante) y gente en traje peleando contra el crimen. Pues bien,
DC Comics sigue explotando a Watchmen,
siguen publicando spin-offs en comics, crossovers con Superman, una serie de televisión
secuela, una película que hizo de Roarschar y el Comediante, personajes
originalmente repudiables, en personajes badass y muy cool, porque su director
Zack Snyder es seguidor del objetivismo de Aynd Rand y quería que Roarchar
fuera el mejor personaje. Justamente DC Comics convirtió a Watchmen en todo lo que criticaba.
Alan Moore ha rechazado
todas las adaptaciones de Watchmen y
odia a los fanáticos que se identifican con sus personajes. Nadie puede
culparlo de ello.
Herbert West revive las franquicias muertas, que
siguen andando cada vez más podridas, más apestosas y más deterioradas del
cerebro.
Una película ochentera de culto, West la
resucita como una secuela pero en lugar del héroe blanco, será una joven negra
emponderada porque "una mujer negra está hablando cállate y escucha".
Esto deja dos cosas claras:
1) La civilización se perpetua en una eterna
infancia pero carente de toda imaginación y creyendo que Homelander es Trump, Putin
o Le Pen.
2) más importante aún la civilización yanqui ya
no tiene imaginación, ni creatividad, ni originalidad, todo lo ha perdido, todo
se ha podrido. No puede generar una idea nueva, tiene que resucitar franquicias
viejas de viejas glorias pasadas porque ya no tiene la fuerza creativa de crear
algo nuevo culturalmente. Lo que es un síntoma de su irrevocable caída como
civilización.
Estamos siendo testigos
de la muerte de la creatividad en Estados Unidos, atrás quedaron los dorados
años ochenta, por eso sus “nuevas producciones” buscan constantemente revivir
esta década como Strange Things,
constantemente se explota la nostalgia ochentera para atraer a la audiencia de
antaño, buscan revivir la década ochentera a través de medios visuales
enfocados en esa década, no solo para revivir viejas glorias, sino para seguir perpetuándose
como una hegemonía cultural.
No dudo que en ese país
aún queden mentes brillantes capaces de hacer una buena serie o un buen libro,
pero las franquicias lo dominan todo y ahogan los empeños independientes. La gente
le presta más atención a una nueva película del MCU por mas mala que sea, a un
producto independiente.
Los servicios de streming
sacan nuevas producciones en series o películas, cada una más mediocre y sin
sustancia. Todas repeticiones de productos de antaño.
Ya no existen nuevas
culturas urbanas como lo fueron los punks o los góticos, los adolescentes de
ahora parecen y se comportan como personajes sacados de algún producto cultural
de Netflix.
No hay nuevas culturas
urbanas porque no hay nada nuevo que crear, todo ya fue creado y la cultura occidental
está agotada.
No hablamos ya de
Estados Unidos, sino de Inglaterra o de Occidente, una gran cultura muerta que está
cancelando a sus artistas de épocas pasadas, porque ya no cumplen los criterios
del wokismo anglo impuesto.
A pesar de esta muerte
de la creatividad, de estas franquicias zombies el mercado gringo sigue influyendo,
pero ya no hay nada nuevo, no hay nada que en diez o veinte años será icónico,
sino una cultura liquida, que se agota y llega la nueva moda.
Hace unos años la gente
estaba obsesionada con la serie de Wendsday,
después llego Barbie, después otra película,
después otra serie y ya nadie se acuerda de lo anterior.
El final de Herbert West fue ser devorado por
sus propias creaciones muertas y eso es el final de la civilización occidental,
ser consumida por sus productos de la infancia.
Las franquicias como el MCU, DC, Dexter, The
Boys son como esos zombies que tanto les gustan a los gringos. Seres muertos
que vienen a devorarte el cerebro.
Originalmente escrito
el 3 de agosto de 2024 en mi canal de Telegram
Reescrito en Marzo 2025
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