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El verdadero combate cultural

 


Por Fernando Trujillo

 

“Enterrar a América es nuestro deber religioso.”

 

Alexander Dugin

 

El termino combate cultural fue acuñado por el teórico marxista Antonio Gramsci, fue el mismo Gramsci quien dijo “Tomen la educación y la cultura y el resto se dará por añadidura”, siguiendo esta enseñanza en la mitad del siglo XX la hegemonía liberal conquisto la educación, los medios televisivos, el cine, la literatura y la música.

Porque para Gramsci la conquista cultural era más importante que la conquista política, no se puede tomar el control de un pueblo si primero no se toma su cultura. Gramsci marco las pautas, la lucha no solo era en las calles y en la política, sino se daba en el mundo cultural, el control sobre el lenguaje, sobre el discurso, sobre el pensamiento, Gramsci moriría en 1937 de un derrame cerebral pero sus ideas son interesantes para estudiar.

El termino combate cultural o batalla cultural ha tomado relevancia en los últimos años de la mano de representantes de la derecha liberal, como por ejemplo Agustín Laje o Nicolás marqués quienes han hablado de una batalla cultural contra lo que ellos denominan progresistas o progres y las causas que ellos defienden como aborto, feminismo, LGBT, etc. Lo que catalogan erróneamente de “marxismo cultural.”

Hablar de una izquierda política como en los tiempos de Gramsci ha quedado obsoleto, esta hegemonía dominante es el liberalismo cultural quien domina la cultura, ellos no son marxistas infiltrados, no es un nuevo comunismo y definitivamente esto no es marxismo cultural. Ellos son liberales y ellos dominan el discurso cultural actual.

Aquellos que hablan de la batalla cultural se denominan así mismos como antiprogresistas o antiprogres y constantemente pelean en internet contra los progres a quienes acusan de arruinar su infancia o destruir el entretenimiento.

Todos hemos visto estas peleas (bizantinas) en Internet, desde discusiones en Twitter, hasta largos video ensayos en YouTube donde progres y antiprogres exponen sus opiniones, defendiendo o atacando productos hechos por empresas multimillonarias, que se benefician de la publicidad.

Por un lado, tenemos a gente imbécil quejándose y atacando determinado producto (película, comic, caricatura, etc.) en el que un personaje homosexual o femenino tengan un mínimo de protagonismo o llorando porque un personaje de su infancia le cambiaron de color de piel o género. Por otro lado, tenemos a imbéciles defendiendo toda la inmundicia cultural que estas empresas le dan como comida chatarra, por el tema de la inclusión.

Todos hemos sido testigos de este tipo de peleas por la película de Buzz Lightyear, por la película de la nueva Sirenita, por la nueva película de Marvel o DC, por una nueva serie de Netflix, por el revival de una caricatura noventera donde le cambiaron de género o color de piel a algún personaje icónico de la infancia. Todos hemos visto al youtuber progresista defendiendo estos productos no porque los disfrute genuinamente, sino por llevarle la contraria a los antiprogres, también hemos visto por el lado contrario a youtubers dedicándole más de treinta minutos a alguna controversia progre.

Toda esta “batalla cultural” es una gigantesca operación psicológica para mantenerte dentro de la hegemonía cultural, no importa si eres progre o antipogre, sigues discutiendo por productos hechos por el mundo anglo.

¿Tú crees que Disney, Netflix o Warner no están al tanto de estas polémicas? Esos cambios “incluyentes” los hacen para generar estas guerras de internet, estas discusiones, estas divisiones, saben que sus productos se van a consumir, se van a hablar de ello y más allá.

Esto es para mantener tu mente dominada, para mantenerte siempre hablando de la nueva serie de Netflix, la nueva película de Disney con el primer personaje gay—siempre hay una película de Disney que presenta a su “primer personaje” gay-trans-no binario, etc.—toda esta batalla cultural es para mantenerte siempre esclavo de la gran industria del entretenimiento, consumiendo su comida chatarra.

Si estas peleas de internet te parecen berrinches, es que lo son, son adultos infantilizados llorando por películas de superhéroes, caricaturas y películas espaciales hechas para niños de doce años.

Todas estas peleas, todas estas controversias no nos dejan ver que no se está peleando la verdadera batalla cultural, sino que se está perdiendo, porque no sabemos quién es el verdadero enemigo.

 

El verdadero combate cultural es contra la Hegemonía.

Existen guerras culturales, eso no se discute, pero no es lo que vemos en Internet todos los días, un ejemplo de una verdadera batalla cultural es en El Salvador, con la guerra que el presidente Nayib Bukele le ha declarado a las pandillas de maras, no solo es en las calles, sino destruyendo el legado cultural de estas mismas, destruyendo las tumbas y el arte de los pandilleros, destruyendo su legado, borrando su presencia de la cultura salvadoreña.

Las ideas de Gramsci fueron tomadas por los liberales y aplicadas a todo el mundo, tras la caída de la Unión Soviética, la hegemonía cultural es el americanismo.

Estados Unidos es un país que vive para hacer perpetuamente la guerra, guerras en Medio Oriente y en Ucrania, guerra contra sus propios ciudadanos y la guerra cultural, contra todas las culturas del mundo, imponiendo su Hegemonía.

Las películas de Disney se ven en todo el mundo, nuestra imaginación, nuestra infancia, nuestra mente esta poseída por la cultura de Disney. Un estudio que ha distorsionado los tradicionales cuentos de hadas, que ha plagiado los trabajos del mangaka Osamu Tezuka sin darle crédito, que se jacta de hacer el primer largometraje animado, cuando muchos años atrás el argentino Quirino Cristiani lo hizo primero, la Hegemonía ha borrado su legado, marginándolo en el olvido (no es descabellado afirmar que los incendios de los estudios de animación de Cristiani que destruyeron sus películas, fueran pagado por el Ratón).

La izquierda indefinida en América Latina y Europa son financiados por ONGS siguiendo los modelos de pensar yanquis.

Así por ejemplo Poder Prieto colectivo cuyo mayor representante es el actor pro-yanqui Tenoch Huerta, es una copia del movimiento Black Lives Matter de Estados Unidos, aplicando sus técnicas a México.

Por supuesto ellos no quieren un “poder prieto” sino la sumisión cultural de México al pensamiento e ideología yanqui.

Tenemos también a influencers, celebridades y periodistas afiliados a las ONGS que apoyan las causas del partido demócrata en suelo mexicano como más democracia, cambio climático, energías renovables (mientras los países de primer mundo saquean tu petróleo), el poder de las farmacéuticas.

Es el poder de la Hegemonía actuando.

El pensamiento se manipula a través del entretenimiento de Netflix y las películas de Star Wars, tú ya no tienes ideas propias, todas tus ideas vienen de lo que dice una serie incluyente del imperio Netflix, tú crees que los rusos son los villanos y los comparas con el imperio galáctico o los mortifagos.

Por eso todos los simpatizantes de Ucrania se creen los rebeldes de Star Wars, los Vengadores, la Liga de la Justicia, los chicos de Howargts, etc.

El mismo Ministerio de Defensa Ucraniano ha usado esto como parte de su propaganda, donde ellos mismos se definen como Jedis o Vengadores luchando contra Thanos o los Sith que representan a Rusia.

La palabra Imperio que antes denotada unidad y orden, hoy es vista como tiranía e inmediatamente se asocia con Star Wars.

Cualquier gobernante que se oponga a la Hegemonía política de Estados Unidos es inmediatamente asociado a Thanos, el emperador Palpatine o Homelander, porque tu mente ya no sabe distinguir entre la geopolítica, la realidad y productos de ficción.

La industria del cine mexicano está hecha pedazos, no tenemos un cine con identidad propia como en el pasado, el nuevo cine mexicano son un montón de comedias baratas que imitan las comedias gringas.

La cultura oficial es una cultura globalizadora, la mentalidad capitalista es introducida a todas las otras culturas y pueblos a través de los medios y el sistema educativo de carácter occidental, es común escuchar de los voceros del Pensamiento Único decir que la educación es el arma más poderosa, puede ser verdad, pero definitivamente no su “educación”, es decir toda esa pedagogía occidentalizada que se ve petulantemente así misma como el “mejor modelo”.

 

Da gracia ver a la ganadora del Nobel Malala decir que lo que los terroristas necesitan es educación, más cuando el califa Al-Baghdadi posee un doctorado en teología islámica mientras que Osama Bin Laden fue ingeniero.

 

Es que la mentalidad occidental mira a los terroristas y aquellos que no se alineen a su forma de vida como un “montón de barbaros sin cultura”.

 

Pero esos pueblos tienen su propia cultura, sus propias tradiciones y por supuesto su propia pedagogía que se adapta a sus estándares culturales, imponer el modelo occidental solo genera un fracaso y resentimiento.

 

Antes las potencias occidentales imponían su pensamiento y forma de vida a las colonias, pero ahora tenemos un tipo de colonialismo más posmoderno y por lo tanto políticamente correcto, nuestros valores representados por el feminismo, el homosexualismo y la pedagogía progre se deben de imponer a los pueblos “primitivos” para que salgan de su “oscurantismo” y abracen el modelo occidental.

 

El joven occidental producto de toda esta cultura global presume en redes sociales de su feminismo, se inventa un género en Tik Tok, se cree librepensador y aborrece la cultura de sus antepasados, pero no duda en abrazar toda esa nueva cultura globalizadora que el mismo sistema “retrogrado” le da.

 

El progresista occidental es un supremacista, cree que su cultura posmoderna es superior a las otras culturas pero el viejo supremacismo blanco del viejo colonialismo ha sido sustituido por un colonialismo antirracista y progresista que desprecia a las culturas “bárbaras” y ama su cultura posmoderna.

 

La Hegemonía domina todo excepto tu mente como individuo y esa es la última guerra por librar, la guerra por tu mente, esta es la verdadera guerra de las ideas.

Se debe pelear contra la Hegemonía ¿Cómo? No te voy a decir lo típico de no consumiendo sus productos o hacer algún boicot porque eso es irrelevante.

Lo puedes hacer creando tu propia cultura o apoyando la cultura local, son actos de resistencia porque no existe un poder cultural propio que pueda hacerle frente al Poder Global. Países como Rusia, China y Corea del Norte tienen este Poder Cultural para hacer frente a la Hegemonía yanqui, pero México no lo tiene.

México y América Latina tienen una gran y rica cultura, pero sus gobiernos están bajo la bota yanqui.

Es necesario tener nuestra propia cultura contra-hegemónica o crear una propia.

Tener nuestra propia música, nuestra propia literatura, nuestro propio cine en la medida de lo posible.

Es necesario lo que se denomina como un gramscismo de derechas.

 

Alain de Benoist ya había sentido interés por el material metodológico de Gramsci y como la cultura de derecha debe de usar sus técnicas en la toma de poder.

 

Varios intelectuales de la llamada Nueva Derecha Europea han incluido la lectura de Gramsci entre su repertorio ideológico, han comprendido que entender las pautas del filósofo marxista son clave importante para volver a tomar el control de la cultura.

 

El filósofo Alexander Dugin explica lo que es este gramscismo de derechas en su artículo La revisión del gramscismo de derechas:

 

“La gran importancia del “gramscismo de derechas” para la Teoría del Mundo Multipolar, es que esta comprensión de la “hegemonía” puede asumir una posición más allá del discurso marxista y de izquierda, y rechazar el orden burgués en la superestructura (la sociedad política y civil), así como en la base (la economía), y hacerlo no después de que la hegemonía se convierta en un hecho planetario total y global, sino en sustitución suya. Esto es lo que implica el matiz en el título de otra obra de Alain de Benoist, “Contra el Liberalismo”, a diferencia del libro “Después del liberalismo” de Immanuel Maurice Wallerstein. Como para Benoist es imposible en cualquier caso confiar en el “después”, y no se debe permitir que el liberalismo se haga realidad como un hecho consumado, debemos estar contra el liberalismo ahora, hoy, combatirlo en cualquier posición y en cualquier parte del mundo. La hegemonía ataca a escala planetaria, encontrando sus partidarios tanto en las sociedades burguesas desarrolladas como en las sociedades donde el capitalismo no se ha establecido completamente. Por lo tanto, la contra-hegemonía debe ser aceptada más allá de las limitaciones ideológicas sectarias. Si queremos crear un bloque contrahegemónico, debemos incluir en su composición a todos los representantes de las fuerzas anticapitalistas y antiburguesas – izquierda, derecha, o no susceptibles de clasificación (el propio Benoist enfatiza constantemente que la división entre “izquierda” y” derecha” está obsoleta y que no satisface la posición escogida; hoy es mucho más importante saber si alguien está a favor de la hegemonía o contra ella).” (Dugin, 2017).

 

Por lo tanto, todo rebelde, tiene el deber de leer a Gramsci para estudiar sus técnicas, generar este gramscismo de derecha, la batalla cultural empezó hace mucho y ellos tienen la victoria.

 

La guerra es por crear una nueva cultura para hacer frente a esta Hegemonía, hasta destruirla. La guerra es por liberar tu mente.

 

Esa es la única y verdadera batalla cultural.

 

Junio 2023

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