Por
Fernando Trujillo
Escúchame con atención cuando te digo que Santa Claus
no lo invento la Coca-Cola ni la mercadotecnia yanqui.
No es un producto de una época claramente materialista
ni es un cuento para que los niños se porten bien, escúchame cuando te digo que
Santa Claus es real.
Déjame explicarte mejor, bajo la forma del bonachón
anciano se encuentra un dios pagano disfrazado. En esta época racionalista,
científica y mecanizada un arquetipo ancestral se ha disfrazado de un símbolo
del capitalismo para convertirse en una deidad de nuestro tiempo.
Pero esto no es nada nuevo con respecto a Papa Noel,
durante años los cristianos fundamentalistas han acusado a Santa Claus de ser
un dios pagano, el diablo, el anticristo, un ser malvado y ladrón (por robarle
la navidad a Cristo), varias congregaciones cristianas han advertido a sus
feligreses de la herejía que representa el culto a Santa.
La mayoría de estos fundamentalistas creen que todos
los dioses son en realidad uno, el mismo diablo bajo diferentes disfraces, en
el caso de Santa solo es cuestión de cambiar unas letras de su nombre para que
de cómo resultado el nombre Satán Claus algo que usan los fundamentalistas como
evidencia de que Papa Noel es el demonio.
En Varios países de Latinoamérica las congregaciones
religiosas han intentado combatir el culto a Santa usando la figura del Niños
Dios. Se les inculca a los niños la idea de que es este personaje el que les
trae regalos en navidad y no Santa, en realidad solo sustituyen una cosa por la
otra.
El Niño Dios también es poseedor de un simbolismo
pagano pero hablar de ello sería desvirtuarnos del tema que tratamos.
Volviendo a Papa Noel no solo los cristianos radicales
lo han atacado, desde el ámbito político tanto partidarios de derecha como de
izquierda han acusado a Santa de ser un instrumento de dominación yanqui
apuntando directamente a su origen moderno en Coca-Cola. El origen de Santa es
anterior al nacimiento del capitalismo y su comienzo esta en las raíces más
profundas de la cultura occidental.
Santa Claus es una deidad de nuestro tiempo, bajo la
máscara de Papa Noel se encuentra un dios olvidado, un misterioso vagabundo de
los tiempos que ha estado en todas las épocas y en todas las civilizaciones presentándose
con un disfraz diferente.
En la tradición nórdica nos encontramos a Odín quien
en tiempos de Yule le entregaba regalos a su gente en su caballo volador.
Dentro de la misma tradición encontramos a Tomte un
espíritu bondadoso que le da regalos a los niños en esa época del año.
En la civilización romana cada diciembre se celebraban
las bacanales saturnales dedicadas al dios Saturno dios del tiempo, estas
fiestas duraban una semana y se permitían toda clase de excesos. Los roles eran
cambiados y los esclavos se convertían en amos mientras que los amos se
convertían en esclavos durante esa celebración. Esto origino la leyenda del
Señor del Desorden un anárquico dios de las festividades de invierno que
permitía todos los placeres y los excesos.
Otra deidad del invierno son el Rey Sagrado un dios
céltico del año viejo y el Abuelo Hielo un dios ruso de esta temporada.
En Finlandia nos encontramos con Joulupukki cuyo
nombre viene a significar “Cabra de Navidad” quien viene a representar los
aspectos más oscuros del dios del invierno.
Este ser estaba ataviado con pieles y cuernos de cabra
que cada invierno aterrorizaba a los niños exigiéndoles regalos y si no le eran
entregados los devoraba. Con el tiempo la figura de Joulupukki dio paso al
bondadoso Papa Noel.
Todos estos dioses y espiritus del Solsticio se han
camuflado en nuestro tiempo en la deidad moderna conocida como Santa Claus el
dios de la Navidad.
La idea del dios que toma varios disfraces está
plasmada en la novela de terror Doctor en
Medicina de Thomas M. Disch en la que el dios Mercurio utiliza diferentes
formas (incluyendo la de Santa) para contactar con el protagonista.
En nuestra era Papa Noel se ha convertido en el dios
del invierno, si aun no lo creer déjame decirte que tiene todos los requisitos
para ser una deidad.
Tiene un día sagrado cada Navidad y aunque
tradicionalmente la familia celebraba el nacimiento de Cristo—para los paganos
tradicionales el nacimiento del Dios Sol—para los niños eso no nos importaba,
esperábamos la llegada de Santa. Le escribimos cartas, nos portábamos bien e
incluso le ofrecíamos oraciones.
Como toda deidad Santa tiene un sacerdocio, hombres y
mujeres vestidos como él se encuentran en centros comerciales o en las calles,
hablaban en nombre de nuestro dios y nosotros como fieles adoradores les
contábamos nuestros deseos para que intercediera por nosotros ante él.
Santa al igual que todo buen dios juzgaba a los niños buenos de los
malos, el mal comportamiento era el pecado más grande y el castigo era recibir
carbón en la víspera de Navidad (en algunas leyendas Santa se comía a los niños
malos), mientras que los niños buenos eran recompensados con sus regalos en el
árbol.
Antes de dormir le dejábamos frente al árbol galletas
y leche pura como una forma de Eucaristía, estos sagrados alimentos eran
consumidos por los representantes de la familia (mayormente los padres) que
asumían el rol de nuestro dios.
Existe toda una mitología alrededor de Santa que va
desde su hogar en el Polo Norte, sus duendes como sus fieles sirvientes (el
equivalente a los ángeles de la tradición cristiana), la Señora Claus como su
pareja mística, sus propios héroes como Rodolfo el reno y el Señor Frosty e
incluso sus propios demonios. Estos últimos eran en su mayoría hombres avaros y
malhumorados que odiaban la alegría navideña, en los cuentos navideños estos
villanos hacen todo por destruir la Navidad pero al final el espíritu navideño
acaba triunfando y ellos se vuelven seres bondadosos.
Como ves Santa es un dios de nuestra era, tiene todos
los atributos para serlo, es honrado de la misma manera que hace siglos
honrábamos a Odín o a Zeus.
Definitivamente si alguien es el amo de la Navidad ese
es Santa le pese a los fundamentalistas o a los mas exacerbados anti-yankees
pero así es.
Cuando éramos niños todos adorábamos a Santa Claus,
teníamos una fe ciega en el, toda la estación navideña era para honrarlo y
amarlo.
No habías otro dios que no fuera Santa, todos lo
amábamos era así de simple para todos los niños. Posiblemente la figura moderna
lo diseño una empresa capitalista pero esa imagen ha superado la mera
mercadotecnia para ser un dios.
Santa Claus-Odín-Saturno-Joulupukki es el dios
encarnado en un solo personaje que llega cada temporada para ser amado y
honrado.
Nuestra sociedad y nuestro tiempo están demasiado
mecanizados, demasiado contaminados con teorías científicas y racionales,
admitimos algunas religiones como el judeo-cristianismo pero desechamos otras
por considerarlas primitivas.
Escuchame cuando te digo que en cinco mil años la
gente del futuro estudiara a Santa Claus y lo considerada la deidad del
invierno de nuestra época, al mismo tiempo ellos tendrán a su propio dios del
Solsticio al cual adorar.
En mi novela El
Caballero de Lucifer durante el enfrentamiento con Joulupukki este le dice
a Adrián Sicotello: No me
puedes matar niño idiota soy una idea, algo que ha estado en el subconsciente
humano desde que eran unos simios. Los monstruos hemos estado aquí desde el
comienzo y estaremos aquí cuando tu raza se extinga. Qué importa que me mates,
resucitare en otro plano con otro nombre no lo sé pero nunca desapareceré.
Los dioses, los símbolos, los arquetipos, los mitos y
los monstruos son tan reales como cualquiera de nosotros, inmortales viajeros
del alma humana.
Entonces en este siglo veneramos a Papa Noel que hace
siglos se llamo Odín y antes se conoció como Rey Sagrado y mucho antes con un
nombre olvidado por el lenguaje humano. Es una parte del Gran Espíritu que cada
invierno aparece a celebrar su gran fiesta conocida como Navidad.
Escúchame entonces ¿Por qué continuar negando su
existencia? Santa Claus es real, es un dios encarnado que se ha robado la
Navidad brindándonos alegría y risas. No hablo de él como un símbolo si no como
un ser tan real como Cristo, Buda o como Horus.
En estas fechas uno puede optar por creer en Santa
Claus como un dios del invierno o asumir una máscara de racionalidad, tomar el
ponche con la familia y ver esta fiesta como una celebración más del año. Yo
como buen creyente opto por lo primero, en esta fiesta venerare al espíritu
alegre de Santa Claus, es mucho más divertido y estimulante.
Diciembre 2011
Publicado originalmente en Santa Claus, un dios ancestral disfrazado
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