La historia criolla fue un
ejército en marcha en toda la América del Sur. Un tipo humano atraviesa todo el
territorio con nombres diversos: gaucho, llanero, Huaso: gente de a caballo, de
lanza y de cuchillo.
Guerra contra el territorio hostil, contra los imperios europeos de Ultramar,
contra las oligarquías, contra los indios. Gente rebelde y difícil de alinear
con la dirección impuesta por el sistema.
Gente que tiene una historia y que no necesita alimentarse de la teta
ideológica de nadie.
Me da asco cuando desprecian regiones como Colombia, porque se debate en luchas
internas impuestas por el imperialismo del dinero extranjero: dinero de
izquierda y de derecha.
No me cabe duda que el continente tendrá un destino común o no tendrá ninguno.
La idea y el sentimiento del criollismo es lo que vertebra esa unión. Ni la
unión económica de las multinacionales, ni la unión ideológica de los
marxistas, son la unión que buscamos.
Fueron los intereses de la geopolítica y del comercio inglés, quienes
balcanizaron Sudamérica. Sobre esa balcanización se asentaron las oligarquías
agro exportadoras y las empresas multinacionales.
Ha corrido mucha sangre inútilmente, y como siempre han caído los mejores,
mientras los demás se han aprovechado de eso. Oligarquías cipayas y cúpulas de
marxistas que hacen un negocio del resentimiento y del odio, negocian el statu
quo.
La historia sudamericana fue una masacre de criollos que el liberalismo ha
causado y que oculta, al igual que el marxismo indigenista, para quien la única
masacre fue la de los aborígenes y los negros, que por cierto parecen gozar de
muy buena salud. Masacre de ser cierta, causaron los ascendientes de los
ideólogos universitarios, casi todos ellos euro descendientes.
Llegó la hora de unir. En un mundo globalmente sometido, sólo una fuerza de
cierta escala podrá resistir. Toda Sudamérica debería volver a ser un ejército
criollo en marcha: así nació y sólo así podrá sobrevivir.
Juan Pablo Vitali
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