Por
Fernando Trujillo
(Publicado por primera vez durante el periodo electoral de 2018, aplica para cualquier tiempo de elecciones en Mexico o cualquier otro pais)
“Vota por Zod. Vota por Cthulhu. Vota por Crom. Vota
por el puto Comandante Cobra por lo que a mí respecta. Pero no votes por
ninguno de los hijos de puta de la cartilla electoral”
Jack Donovan
Este año son las elecciones en México, hay toda una
cobertura política en los medios, diversas opiniones en las redes sociales,
memes de dudosa veracidad que buscan legitimizar o difamar a un candidato,
pláticas y peleas políticas, eventos electorales donde se regalan despensas y
se hacen promesas.
¿Quiénes son los candidatos? ¿Cuáles son sus
propuestas? Eso no importa, todos son representantes de este sistema, todos son
diferentes caras del mismo modelo político y económico centralista. El
candidato de izquierda o de derecha, eso ya da igual, en estas elecciones todos
se han aliado con todos, la izquierda con la derecha protestante, la derecha
con la otra izquierda y así se ha creado un revoltijo que muestra la carencia
de ideologías en nuestro país.
Pero para hablar de candidatos y de propuestas
absurdas ya están otros medios, este texto es sobre el derecho al voto.
El concepto de voto es antiguo y viene de eras atrás, desde
la antigua Atenas, la Republica romana y las tribus bárbaras pero en todas
estas sociedades antiguas solo una elite podía votar, en Roma solo los
patricios representantes de las gens en el senado, entre los barbaros solo
entre iguales (los mejores hombres) podían tomar las decisiones y en Atenas
solo varones pertenecientes a familias nobles que hayan pasado pruebas físicas
y mentales. El voto era un derecho no para cualquiera.
El estado-iluminista surgido de la Revolución francesa
otorgo el derecho al voto a sus ciudadanos solo por el simple hecho de ser
ciudadanos pero sin ninguna responsabilidad, sin ningún compromiso.
Tu puedes votar, un secuestrador puede votar, un
imbécil puede votar, el hombre que trabaja todo el día y el nini de dieciocho
años tienen derecho a votar, el solo hecho de pertenecer al estado mexicano ya
te acredita para poder votar.
Tus cualidades intelectuales no importan, tus valores
éticos tampoco importan, tus valores religiosos ni tu inteligencia, todo se
reduce a tachar un papelito y depositarlo en una urna para que un montón de
burócratas lo cuenten y lo notifiquen a una institución sin rostro que no te
representa ni le importas como individuo.
La clase política es una tribu propia, ellos no te
conocen, no conocen tus ideas, nunca vas a toparte con ellos cara a cara, para
eso tienen guardaespaldas y al ejército para impedirlo, nunca conocerán tus
preocupaciones, tus ideas, no les interesa. Votas por gente que nunca sabrá de
tu existencia, que nunca conocerán tú problemática o tus propuestas, tu no les
importas, solo les importa que taches el logo de su partido en la boleta.
Ellos (los políticos) tienen su propia tribu, se
mueven con sus propias reglas y tú no eres parte de ellos.
Si sé que existen movimientos ciudadanos, candidatos
ciudadanos pero ellos no van a salvar al país ni van a hacer una nueva forma de
hace política, en todo caso cuando sean admitidos por la tribu política ellos
darán la espalda a sus antiguos ideales (si alguna vez los tuvieron claro) y si
no, no van a llegar a más que a puestos locales.
Ese cuento de infiltrarte en el sistema para cambiarlo
desde adentro no va, es una tontería optimista que no tiene fundamento, si te
involucras con el sistema te traga por completo o te escupe pero nunca lo vas a
cambiar desde adentro.
El estado mexicano cuenta con muchos entramados,
muchos intereses y mucha astucia, no lo vas a engañar ni de broma, te va a
corromper o te va a demoler pero es impenetrable, así que ese optimismo no va.
El estado-iluminista mexicano es un estado espurio
surgido a raíz de la destrucción del Primer Imperio e impuesto de forma perpetua
tras la caída del Segundo Imperio. Cada vez que votas, cada vez que participas
en esta frívola política lo perpetuas más, le das más poder, lo haces legítimo.
No importa por cual candidato o partido votes, ellos
solo obedecen a los intereses del partido o los intereses del globalismo pero
no obedecen a tus intereses como individuo ni a los tuyos.
Tu tierra puede estar sumida en la criminalidad, el
desempleo, la pobreza, la falta de recursos pero ellos vivirán bien, tendrán
sus propias casa grandes, sus guaruras, gozaran de riquezas y poder, tu no les
importas.
Si, en tiempos electorales ellos se toman fotos
comiendo con los albañiles, abrazando indígenas, comiendo en puestos de tacos
¿Y qué? Lázaro Cárdenas lo hizo y de ahí todos sus alumnos políticos lo imitan.
El voto anula cualquier cualidad intelectual o ética
por la cantidad, es en la democracia donde la cantidad triunfa sobre la
calidad, donde el número se impone al individuo, tu como persona, tu familia,
los tuyos no valen, solo vale la cantidad de papelitos en una urna, al estado
mexicano no le importas tú, le importan los números.
El estado-iluminista te hace creer que votar es la
única opción de cambiar las cosas, en tiempo de elecciones están los actores y
cantantes haciendo apología del voto entre los jóvenes, campañas juveniles para
apoyar el voto, campañas contra el voto nulo o la apatía política—síntoma
natural ante el hastió democrático—hasta amenazas disimuladas que te dicen que
si no votas no te quejes.
Pero el simple hecho de votar le das poder al estado
mexicano, a ese centralismo monstruoso que saquea tu tierra y no te da nada a
cambio. Votar es seguir siendo esclavo del estado mexicano.
Anular tu voto o dejar de votar, tirar el juego
político del estado-iluminista, empezar a formar tu propio camino, buscar una
nueva alternativa pero no continuando en el mismo circulo vicioso que hemos
estado durante décadas.
Votar es seguir siendo esclavo y un esclavo es quien
espera que venga un candidato o un partido a salvarlo.
Abril 2018
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