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La Comunidad

 


Por Fernando Trujillo

 

Estamos en la hora más oscura de Occidente, estamos en lo que un Wagner llamaría Gotterdamerung ¿Qué somos? Somos ciudadanos participativos en la política democrática, somos “ciudadanos del mundo”, somos ciudadanos pertenecientes a estados-naciones que hace mucho murieron y solo habitamos sus putrefactos cadáveres recordando viejas glorias o creyendo que vamos a salvar estos estados de pacotilla por medio de políticas progresistas. Nuestros gobiernos no son nuestros y sus prácticas no son para nuestro beneficio sino para el de una tribu de oligarcas pero aun así votamos porque creemos ingenuamente (más bien estúpidamente) que vamos a cambiar algo.

Déjenme preguntarles: ¿Qué es lo que hizo a los territorios de la Nueva España algo grande? ¿Qué es lo que llevo a los criollos, a los pioneros y en general a los grupos europeos a conquistar las salvajes tierras de América y África? Que en ese entonces teníamos un sentido de Comunidad, no un estado-nación indiferente.

El estado-nación como concepto es una idea moderna surgida de la Ilustración y la Revolución Francesa, los modernos nacionalismos son todos emanados de la gran subversión que aconteció en 1789.

La idea de Comunidad es mucho más antigua que la concepción moderna del nacionalismo y tiene raíces mas profunda.

Los españoles y portugueses que fundaron el Gran Reino de León tenían ese sentido de Comunidad que los unía, que los llevo a la conquista de esa tierra inhóspita, poblada por los indios barbaros con los cuales pelearon en cruentos enfrentamientos por muchos años. Construyeron su comunidad en esa tierra hostil, fundaron la hermosa ciudad de Monterrey con su propio esfuerzo y trabajo sin la ayuda de una nación artificial, ni un presidente, ni nadie, ellos solos con su fuerza de voluntad.

Paso lo mismo con la Mérida de los Montejo, en una tierra salvaje, cruenta, fundaron la hermosa e hispánica ciudad blanca, ellos con su voluntad de hierro y su espíritu conquistador. Podemos decir lo mismo de la Villa Rica de la Vera-Cruz fundada por el mismo Hernán Cortes. Ellos no necesitaron que un estado-nación regido por un grupo de oligarcas les diera dinero o infraestructura para construir sus comunidades, solo su voluntad.

Pero esa voluntad y ese espíritu criollo ya no existen o por lo menos se encuentra apagado, no tenemos más voluntad excepto para participar en política a través de foros ciudadanos, consultas públicas, votos, apoyando candidatos, participando en grupos juveniles, todo a través del estado y a través de un patriotismo burgués.

¿Qué es una nación moderna?

Un conglomerado de gente sin historia, sin identidad, en donde su misma historia es rechazada por dogmas políticamente correctos, donde las estatuas y monumentos a los héroes son derribados o retirados para no ofender a mayorías histéricas, donde el gobierno clama por la patria pero solo usan esta palabra ya sin valor para continuar enriqueciéndose.

Naciones como Alemania, Inglaterra, Suecia y España ya están invadidas de pueblos extranjeros que imponen sus propias costumbres, que tienen barrios solo para ellos, que alzan sus propias banderas y sus propias vestimentas, Alemania hace mucho dejo de ser germana y España dejo de ser hispana para ser mora, africana, musulmana o hindú. Eso es porque los europeos perdieron su sentido de Comunidad.

Las banderas ya no tienen ningún significado, solos e ondean en el futbol o en homenajes políticos, los estados europeos ya caducaron y más aún los estados construidos torpemente y artificialmente de Iberoamérica.

El concepto de Estado es una idea decimonica que ya ha terminado por morir, en cuanto a los estados hispanoamericanos esa idea nació muerta, porque fueron construidos sin una identidad. Tanta es la falta de identidad de las modernas naciones Iberoamericanas que tenemos que inventar términos como mexicanidad, peruanidad, argentinidad, Gran Colombia, Gran Patria, hermandad latinoamericana y conceptos por demás absurdos y carentes de una identidad real.

Nuestros antepasados no necesitaron de un nacionalismo, de una bandera, eran conscientes de su propia identidad como novohispanos, criollos, mestizos, neoleoneses, etc. Porque eran comunidades.

Lo mismo se podía decir de los griegos, los romanos, los mongoles, los barbaros celtas y germanos, todos tenían un sentido de comunidad, en el caso de los primeros se formaron como ciudades-estado frente a los barbaros, cada una de estas ciudades-estado eran comunidades homogéneas étnicamente, autónomas, con sus propias formas de gobierno y sus propias características.

Tal vez es momento de que los hispanos nos reorganicemos en ciudades-estado frente al colapso mundial que se viene, frente a la inmigración masiva de pueblos ajenos a nuestra cultura, el regreso a la ciudad-estado de tipo comunitario, identitario y cerrado.

El Estado moderno es el reino de la cantidad, acumula toneladas de masas humanas sin personalidad, sin número definido, sin identidad, todos buenos ciudadanos, todos buenos patriotas, todos buenos burgueses, porque su lema es “entre más mejor”, la Comunidad es la calidad lo que cuenta, se forjan aristocracias emanadas de la misma que toman las decisiones, es meritocratica y no igualatoria.

La Comunidad tiene tradiciones, el Estado costumbres que se perpetúan y en la mayoría de los casos modas posmodernas a las cuales se suben porque es lo “nuevo”, en el Estado impera el egoísmo de sus habitantes, en la Comunidad es la solidaridad entre los mismos, el Estado es una democracia inorgánica donde las mayorías votan pero solo los oligarcas mantienen el poder, la Comunidad es una democracia orgánica en muchos casos donde solo entre los iguales (los aristócratas) tienen el derecho a elegir.

En el Estado impera la política de partidos, es decir el esfuerzo de una elite de individuos por mantenerse en el poder, en la Comunidad la política consiste en mantener la paz interna dentro de la misma mientras hacen la guerra externa. Tal es la función primordial de la política.

En el Estado existe un patrioterismo del tipo burgués, carente de significado y que solo sirve a los fines del mismo, en la Comunidad existe un sentido de patria más autentico, la patria es la tierra, es donde se encuentra la Comunidad, donde se encuentra la raza de uno, las fronteras son algo temporal pero existe una frontera invisible que es la etnia, quien es parte de mi raza, de mi gente, de mi tribu son los mismos, los extranjeros son los otros, esa es la frontera.

El Estado moderno es global, es un Imperio de la Nada, donde abundan muchas identidades pero se carece de todo, donde todos son iguales y un número. La Comunidad es cerrada, es solo para los miembros de la misma etnia, como las anteriores mencionadas polis griegas.

Los estados iberoamericanos han fallado, ahí tenemos los casos modernos de la caravana migrante, los tiranos tanto de derechas como de izquierda se perpetúan en el poder, pueblos miserables pero buenos patriotas que votan y celebran sus independencias mientras están hundidos en el tercermundismo.

El futuro debe ser la polis, la ciudad-estado como Nuevo León o Mérida, estamos solos al momento de proteger nuestra identidad y nuestra historia del globalismo.

La Republica de Rio Grande fue un intento de crear una polis en medio del México moderno y desarraigado, lo mismo de las comunidades criollas en la Argentina.

El verdadero patriota a estas alturas es el que defiende su ciudad, su historia, sus monumentos y sus símbolos frente a los seres sin patria, las hordas globalistas y posmodernas apoyadas por el gobierno.

Cuando pierdes tu sentido de tribu o Comunidad, estas muerto, eres un esclavo en todo caso, por eso los chinos y los judíos son pueblos fuertes, porque mantienen su sentido de Comunidad y lo han mantenido por siglos, por eso es que ellos continúan mientras nosotros hemos perecido. Tal vez debemos de aprender algo de ellos.

 

Noviembre 2018

 

 Publicado por primera vez en http://imaginacionalpoder77.blogspot.com/2018/11/la-comunidad.html

 

 

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