Texto de Oscar (Oss) Torrenegra
“No Pierdas la sonrisa ni siquiera cuando te vayan a ejecutar, la vida es una broma de mal gusto, uno necesita enfocarse en la broma en lugar del mal gusto.”
.- Brasillach, justo una noche antes de ser ejecutado.
Esa es una frase que se lee mucho en páginas “disidentes”, junto con el
apellido del “James Dean de la ultraderecha”, Robert Brasillach. Pero lo que
nunca se habla es sobre los incomodos rumores de la homosexualidad del joven
fascista; Se esfuerzan por ocultar esos rumores, aún más de lo que el sistema
se esforzó en callar su voz, poniéndolo primero detrás de los oscuros barrotes
de la prisión de Fresnes y después bajo una lluvia de plomo, todo esto para
hacer que su nombre, pero sobre todo sus letras; dejaran de incomodar a la recién
liberada Republica.
Este ejemplo es similar al de Ramiro Ledesma en España, el cual fue
condenado al olvido ideológico por parte del frágil Caudillo, debido a su
incardinable ideal político, pero la sublime idea política de Ramiro queda
guardada para otro artículo, por lo pronto hablemos de porque se vuelve
incómodo dentro de los círculos de la derecha, hablar de la figura de
Brasillach.
Los rumores de las “preferencias” de Brasillach eran demasiado conocidas
en su momento, hasta por sus mismos e igualmente incomodos compañeros
“Colaboracionistas”, por ejemplo Louis Fernidand Celine hacia muy evidente su aversión
tanto como por Drieu La Rochelle como Por Brasillach, debido esto, a la
conocida homosexualidad de ambos, aunque el primero trato siempre de disipar
las dudas que se tenía sobre él, tanto como para salvar su imagen de “Dandy
mujeriego”, tanto como para alejarse de los más fuertes rumores de pedofilia
del segundo. Un ejemplo de esto se encuentra en el libro de “
Diario de un exquisito” donde Drieu describe cómo se entera que un muy
cercano compañero le comenzó a repugnar no por su gusto por los jóvenes, sino
porque cada vez estos se volvían cada vez más jóvenes. Por el otro lado es muy
conocida la opinión de J.P. Sartre con respecto al juicio que se llevó a cabo
contra Brasillach, donde comparaba a los “Colaboracionistas” con mujeres que
quieren ser dominadas y folladas por los alemanes.
Las acusaciones de pedofilia, masoquismo y homosexualidad que pesan
sobre la figura del “James Dean de la ultraderecha”, son algo que se dejan de
lado cuando lo citan junto con una heroica foto en blanco y negro en las páginas
“Disidentes” y “3er pocisionistas”, estas acusaciones aun no probadas públicamente
por sus biógrafos, son demasiado obvias como para cuestionarlas, como decía
Juan Gabriel, El Liberace mexicano “lo que se ve no se pregunta”.
¿Pero estas acusaciones le quitan lo heroico a Brasillach o lo vuelve
heroico a pesar de ello?
Brasillach es simplemente “El Santo de Fresnes” o “El Romántico
Fascista” por excelencia, simplemente eso, alcanzó el salón de los inmortales
aquella mañana del 6 de febrero de 1945. Eso es incuestionable, pero el porqué
de este artículo, es poner luz sobre una sombra que no se menciona en esos
círculos de la reacción. Porque son justamente esas sombras las que termina
purgando a las momias reaccionarias, así como el grandioso e infame artículo de
“El Che Mas facho que muchos Fachos” de nuestro compañero Katarsis, que terminó
sacando otra sombra debajo de la alfombra, este artículo se propone solamente a
dibujar la línea sobre la arena, para que se reconozca la evidente verdad sobre
Brasillach o que simplemente se le deje de mencionar en aquellos círculos, de
igual manera su figura nunca va a ser olvidada. Así como el nunca olvido a su
pequeño ángel SS vestido de negro, en las frías celdas de Fresnes una noche
antes de su ejecución, mientras escribió los más hermosos poemas que jamás ha
viso la cultura occidental, así nosotros nunca vamos a olvidar, ni sus poemas,
ni sus preferencias sexuales, ni su vida, porque aceptamos completamente a los
inmortales tal como son, su vida los pone por encima de ser juzgados por
simples mortales como nosotros.
O al menos, eso es lo que la obra de Brasillach le dijo al sistema que
lo condenó.
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