Por
Fernando Trujillo
Introducción
Nacido en 1876 en la ciudad de San Francisco Jack
London (cuyo nombre real era John Griffith Vhaney) fue uno de los escritores
más emblemáticos de la literatura norteamericana. Aventurero, autodidacta,
vagabundo, boxeador, marinero, la vida y obra de London se funden en una sola,
la vida de un hombre que vivió al límite y plasmo su visión de la vida en su
obra literaria.
Autor de grandes clásicos como “Colmillo blanco” y “La
llamada de lo salvaje” la obra de London se desarrolla en terrenos salvajes en
donde el hombre pelea por sobrevivir ante las duras condiciones a su alrededor.
London fue un luchador toda su vida, nacido en la
clase obrera vivió en las duras condiciones de esta, trabajo en fábricas y en
minas viendo por
No es de extrañas que después de estas experiencias
haya adoptado la ideología comunista como propia pero como veremos más adelante
London fue un comunista atípico, a pesar de ser un firme defensor de esta
ideología fue también un apasionado de la vida, un hombre que experimento y
gozo la vida de todas formas desde siendo un vagabundo hasta practicando el
boxeo y siendo parte de la patrulla marina. Todas estas experiencias le
hicieron tener una visión vitalista de la existencia humana.
London fue un prolífico escritor de novelas, relatos,
ensayos y abordo temas desde la naturaleza salvaje, relatos de aventura,
ciencia ficción, socialismo, inspirando a escritores como Robert E. Howard
creador de Conan el Cimmerio.
La obra de London está llena de un vitalismo, es una
oda al espíritu humano que se sobreponen y supera los terrenos hostiles, aunque
en ocasiones sus personajes sucumben a la cruda ley de la vida.
La
vida como lucha
La narrativa de London se desarrolla en terrenos
inhóspitos, hostiles en donde la violencia es una ley y la vida es una lucha
diaria por el derecho a la vida.
Esta es la temática de algunos de sus cuentos como Ley de la vida, El silencio blanco, El
inevitable hombre blanco (hoy en día seria acusado de apología al racismo)
y novelas como La llamada de lo salvaje
y la no tan conocida Antes de Adán.
La primera narra la vida de Buck un perro que tiene
una vida cómoda en la casa de su amo hasta que es robado y vendido a unos
hombres para ser un perro de trineo.
A lo largo de la historia Buck aprenderá a sobrevivir
en un ambiente cruel, a la vida dura en los hielos soportando el maltrato de
sus amos y la rivalidad con otros perros.
El perro protagonista es arrancado de una vida
pacifica (su propio Jardín del Edén) hasta ser arrastrado a un mundo antagónico
donde antes había vivido, un mundo salvaje en donde prima la ley de los más
fuertes pero en donde encontrara también el sentido de la vida, las ganas de
vivir frente a la barbarie y a descubrir su naturaleza salvaje.
Llegará un punto en el que Buck deberá decidirse ente
volver a una vida cómoda o la vida salvaje—el conflicto entre barbarie y
civilización—pero finalmente aceptara su naturaleza y su rol en el mundo
animal.
A través de la visión del perro nos muestra este
conflicto entre el mundo primitivo y hostil y el mundo civilizado y burgués, la
eterna lucha por el derecho a la vida, por la supervivencia en territorios brutales
en donde no hay espacio para la misericordia.
Antes
de Adán una de las novelas menos populares de London pero
fascinante narra la vida de un hombre moderno que recuerda su vida pasada como
un primate en un mundo opuesto al nuestro en donde los antepasados del hombre
vivían en árboles y sobrevivían día con día al brutal mundo del pasado.
El narrador da una descripción con palabras y
pensamientos modernos sobre este mundo en donde la crueldad, la violencia
primitiva y la lucha por la vida eran una constante, antes de que el hombre
alcanzara la condición humana.
Algunos de sus críticos piensan que sus mejores obras
son las que se desarrollan en los hielos, en el Yukon, con condiciones hostiles
en la que los protagonistas luchan por sobrevivir ante el duro clima, tribus
indígenas enemigas, bandoleros y otros peligros que están al acecho.
El hombre blanco sobrevivió a la dura era glacial,
forjo su temperamento y su voluntad de lucha por vivir en ese ambiente feroz en
el que la vida era una lucha diaria, en el que se cazaba o se moría, en el que
solo los mejores podían sobrevivir.
London era ante todo un hombre con una conciencia
racial que plasmo en su narrativa la lucha del hombre blanco en un territorio
inmisericorde, el mismo escribió que primero era un hombre blanco antes de
socialista lo que implica que la raza era más importante que la ideología
política. El hombre blanco un sobreviviente en territorios crueles, un
aventurero, un viajero, un luchador que se adapta a lugares hostiles para
luchar y conquistar.
Fue London un hombre orgulloso de la historia y
hazañas del hombre blanco como aventurero y conquistador de territorios
desconocidos.
La narrativa de London tiene ese vitalismo, esa
energía por la lucha para sobrevivir, una descripción de la naturaleza hostil y
la voluntad del hombre por vivir.
London era un hombre que amaba el mundo natural
anteponiéndolo a la sociedad capitalista y burguesa por la que sentía un gran
desprecio. Pero London no ve este mundo
natural con idealismo sino como un mundo cruento en el que impera la ley de la
vida, de los más fuertes, en el que el viejo y el débil no tienen cabida.
Su historia La
Peste Escarlata narra la caída de la civilización occidental y el regreso a
la violencia primitiva del mundo antiguo, con grupos humanos divididos en
tribus y ocultándose en cavernas. A pesar de haber sido escrito en 1912 tiene
hoy para nuestra civilización un tinte profético.
Un
comunista atípico
Para hablar del socialismo de London primero se debe
hablar de la época, estamos hablando de finales del siglo XIX y principios del
siglo XX, un periodo dominado por el colonialismo, el capitalismo salvaje, el
legado de la revolución industrial eran las metrópolis como Londres o Paris en
donde los campesinos había emigrado y se refugiaron en los barrios bajos donde
nacería la clase proletariado.
El capitalismo salvaje de esa época tenía sumido en la
miseria a los proletariados que trabajaban largas jornadas en las fábricas, los
mineros que laboraban horas y horas por un mísero salario. No era de extrañar
que fuera entre esta gente a quienes llegaron las organizaciones comunistas y
anarquistas prometiéndoles una “utopía igualatoria” y que el germen del
comunismo haya florecido en el resentimiento de la clase obrera.
A diferencia de los autoproclamados comunistas de hoy
en día (niños ricos, nacidos en la burguesía, con sus ipads y sus cafés de
Starbucks) London vivió la mísera vida del obrero, trabajo en fábricas en su
adolescencia, conoció las carencias y las difíciles condiciones del
proletariado. London vivió esa vida y eso lo llevo a declararse comunista a los
veinte años de edad, su comunismo era más idealizado por la experiencia propia
que por la teoría.
Sus ensayos reunidos en El Pueblo del Abismo y El
Talón de Hierro reflejan este pensamiento, en los que llama a levantarse al
obrero contra la burguesía.
En El Mexicano narra
la historia de un joven boxeador que pelea para ganar dinero y ayudar a los
revolucionarios. London apoyaba a la revolución como una lucha contra la
burguesía opresora—aunque más tarde apoyo la invasión norteamericana a
Veracruz—pero se puede ver esa apología de la lucha contra las elites
financieras.
London murió en 1916 por lo que no pudo ver las
atrocidades llevadas por el régimen bolchevique contra el pueblo ruso.
Ahora hemos visto a lo largo de este pequeño texto
como la filosofía de London era vitalista, era un patriota anglosajón,
nietszcheciano, valores que contrastan con la ideología comunista.
London no predicaba la igualdad sino el derecho de los
fuertes, no predicaba el pacifismo sino la lucha, su pensamiento era
antidemocrata y apologista de la violencia como parte de la naturaleza humana.
El historiador californiano Kevin Starr sostiene que
alrededor de 1911 London estaba cansado de la lucha socialista y se había
retirado de esta por la poca capacidad de lucha del movimiento obrero.
Es posible que de no haber muerto a los cuarenta años
London hubiera visto con agrado el movimiento fascista y su ideología
vitalista, su vía de la acción como una forma de vida.
Recordemos que en sus inicios del fascismo hubo
militantes comunistas y anarquistas que se sintieron identificados con sus
ideales de lucha, de movimiento, de militancia frente al pacifismo y
conformidad de la vida burguesa.
El comunismo de London era ya bastante atípico en su época,
pero pudo haber evolucionado a un socialismo de carácter fascista.
London moriría sin ver el ascenso del bolchevismo y el
fascismo a la edad de cuarenta años en su rancho, dejando una obra narrativa
llena de un amor a la vida y a la aventura.
Resulta curioso que los comunistas de hoy no tengan a
London entre sus lecturas, quizás se deba a que su obra y su persona superaron
al socialista de su época y porque los valores narrativos contenidos en su obra
son opuestos al “comunista” occidental del siglo XXI (en realidad un liberal).
En el fondo era más un hombre de acción que un
activista político y su obra ha superado esa etiqueta.
Enero 2015
Publicado originalmente en La obra de Jack London
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