Por
Fernando Trujillo
“Cada ciudad que fundaron los nuestros, es sagrada”
Juan Pablo Vitali
Dejemos las cosas en claro: Antes de este país,
estaban nuestras ciudades.
Nuestros antepasados levantaron estas ciudades, en
estas tierras hostiles, ellos viajaron por diferentes motivos, ellos sangraron
para construir nuestras ciudades, cada ciudad tiene su propia mitología, su
propia historia, la ciudad es un ente vivo por la memoria colectiva de su
gente.
Cuando nuestras ciudades fueron fundadas no existía
el concepto de nación-estado como lo entendemos ahora (ese concepto llegaría
con la Ilustración y la revolución francesa), nuestros antepasados tenían dos
patrias, una al otro lado del océano y otra patria que eran sus ciudades.
Nuestra patria es Monterrey, es Guadalajara, es
Mérida, es Orizaba, cada una de estas ciudades es sagrada, tiene su propia
alma, nuestras ciudades crecieron y prosperaron por el trabajo duro de su gente,
a pesar de tener un mismo origen, cada ciudad tiene su propia identidad. Nuestros
antepasados no solo fueron conquistadores, fueron herreros, fueron mineros,
fueron zapateros, carpinteros, fueron hombres y mujeres trabajadores, familias
que emigraron, recorrieron territorios hostiles para fundar una nueva patria.
Cada ciudad tuvo sus propias gestas heroicas, lloro
sus propias tragedias, forjo su propio destino frente a la adversidad.
En la actualidad somos testigos de la destrucción de
nuestras ciudades, de todo el legado de nuestros antepasados cayéndose a
pedazos, hemos olvidado el espíritu de nuestras ciudades y ese olvido es
síntoma de la decadencia de nosotros mismos como hispanos.
Este proceso de destrucción de nuestras ciudades
lleva ya años, la introducción de ideologías nocivas por parte del Estado ha
ido demoliendo el alma de las ciudades. Desde el centro del país, desde ese
Imperio de la Nada llamado Ciudad de México llevan a cabo un proceso de
destrucción de las identidades de nuestras ciudades, el caso más temprano fue
en Chiapas donde los indigenistas derribaron la estatua del fundador de San Cristóbal
de las Casas, Diego de Mazariegos y Porres, hoy Chiapas es uno de los estamos
mas pobres del sur del país.
Esta destrucción no solo es física al derribar
viejas casas para construir edificios, al destruir las viejas calles para poner
centros comerciales o cines, se busca destruir metafísicamente a la ciudad,
destruir su espíritu y su propia identidad para suplantarlo por una identidad
chilanga. La historia de nuestras ciudades está bajo asedio, la izquierda
política busca el derribo de monumentos, borrar el pasado, acusa a los
fundadores de genocidas, racistas y demás epítetos, mientras que la derecha
política no hace nada por nuestras ciudades, solo tareas cívicas en nombre del
Estado.
Lo que la izquierda como la derecha buscan es borrar
las identidades de nuestras ciudades y que sean copias de la Ciudad de México,
grandes urbes sin una identidad criolla ni indígena, un conglomerado de buenos
ciudadanos, con salarios bajos y unidos por una falsa identidad mexicana.
El gobierno federal a través de programas culturales
y escolares implanta su propia ideología a las ciudades, la historia local es
relegada a un segundo término por la historia oficial del Estado.
Las así llamada “historia oficial” es la historia
del estado mexicano no la nuestra, el gobierno federal no es regimontano, no es
veracruzano, no es yucateco, es un gobierno del Centro y para el Centro.
A ellos no les interesa tu ciudad, solo para saquear
sus recursos materiales, destruir tu historia local por medio de ideologías
ajenas a tu herencia, querer convertir tu ciudad en una copia de la así llamada
Chilangolandia.
Los monumentos a los fundadores son profanados, las
estatuas a los héroes son adornadas con pañuelos verdes del movimiento
feminista, no queda orgullo por la identidad de la ciudad, sino un odio
visceral por ellas.
Este es el asedio hacia las ciudades y su herencia.
El odio anti-hispano, anti-criollo es parte de la
agenda política y cultural del Centro, cada doce de octubre se nos recuerda que
“América no fue descubierta, sino invadida y saqueada”, que tú y tus
antepasados son genocidas, criminales, saqueadores, etc. Se nos educa para
creer que México es un “país azteca” y que todo lo que tu ciudad debe aspirar
es a convertirse en una urbe como lo es la CDMX.
En este panorama la destrucción de nuestras ciudades
avanza, Mérida está dejando de ser yucateca, así como Orizaba esta dejando de
ser veracruzana, el caso de Monterrey con sus parques y calles invadidos por
los así llamados chiringuillos (oaxaqueños, chilangos, chiapanecos,
centroamericanos, etc.) que sobrepoblan sus calles, invaden los comercios,
traen delincuencia, vagancia, ruina del comercio local, con elementos ajenos a
ella Monterrey está dejando de ser neoleonesa.
Así sucede en nuestras ciudades, su espíritu está
muriendo mediante la inmigración de elementos ajenos a ella, gente que no ama
ni entiende el espíritu de estas ciudades, que las odia y que solo trae
problemas, un oaxaqueño nunca será regio ni yucateco, ni veracruzano, cada una
de nuestras ciudades y regiones tiene su propia identidad, a veces pueden
coexistir y otras son enemigos naturales.
México no es un país homogéneo culturalmente como ya
he escrito anteriormente, hay regiones con herencia criolla y otras con mayor
herencia indígena, los oaxaqueños no se van a sentir identificados con el
Espíritu Criollo de ciudades como Monterrey o Jalapa, por supuesto que existen
notables excepciones pero ese choque cultural llevara al conflicto, los
oaxaqueños y en su mayoría los migrantes del Sur de México (la región más
empobrecida y atrasada en desarrollo tecnológico del país), solo están en las
plazas y calles pidiendo dinero, en bola drogándose, vendiendo baratijas pero
no aportando nada, solo parasitismo y delincuencia, perdón si alguien se ofende
pero esto es la verdad.
Como mencione tiene sus notables excepciones,
hombres y mujeres trabajadores que aman las ciudades a las que emigran y
trabajan para su bien pero solo son una minoría, en cada parte del mundo el
choque cultural lleva siempre al conflicto, una verdad que hemos olvidado.
El Centro del país por su parte nos da a todos una
identidad político-cultural inestable, comenzando por imponer el símbolo
mixteca del águila devorando a una serpiente, símbolo del supremacismo azteca,
dejando de lado la bandera de las Tres Garantías de la Independencia y la
bandera con los símbolos hispánicos de nuestro pasado, todo ajeno a los pueblos
de herencia tanto criolla como indígena.
Por parte de la capital la cosmopolita Ciudad de
México no podemos esperar nada, la Capital desprecia a las regiones, todo el
dinero, todos los recursos son para ellos, toda la infraestructura es para su
propio hedonismo, es una rapiña insaciable y que hemos tolerado por años, este
centralismo fue en su día criticado por el escritor veracruzano Rubén Salazar
Mallen y que todavía sigue vigente. El Centro manda, el Centro impone ¿Y que
impone? Leyes corruptas a todas las regiones, aborto y feminismo obligatorio a
nuestras ciudades, complicidad entre las oligarquías políticas, destrucción de
aras naturales, estamos oprimidos por el signo del águila y la serpiente, por
el signo de Huitzilopochtli.
Los monumentos, las historias, quedan eso de
nuestras ciudades y por eso están bajo asedio, porque la gente de nuestras
ciudades no quiere un orgullo local, quieren ser copias chilangas, quieren ser
cosmopolitas, quieren hipsters en bicicletas, quieren feministas en las calles
con pistolas de pintura disparando a hombres, quieren vecindarios progresistas
a imitación de Coyoacan o la Colonia Roma con antros gay abiertos toda la
noche, quieren ser Polanco y Santa Fe, quieren ser “open mind”, quieren ser una
ciudad progresista con salarios bajos pero con antros abiertos hasta la
madrugada y con feministas en bicicleta. Esta imagen es la razón por la que
quieren borrar la historia de nuestras ciudades.
Si no queremos aceptar esto nos acusan de
“retrógrados” o de “pueblerinos”, tal es el desprecio del Centro hacia
nosotros. Es infame la famosa frase del chilango Vasconcelos sobre Nuevo León
“donde empieza la carne asada, termina la civilización”, le responderíamos que
fue Nuevo León cuando era un reino novohispano, que defendió la civilización
contra los indios barbaros y durante la guerra contra Estados Unidos, defendió
su ciudad y su identidad contra los barbaros anglos.
Tal es el desprecio del Centro por nuestras ciudades
y su historia.
Nuestras ciudades dejaron de ser Comunidad, dejamos
todo por la ilusión de una bandera y de ser un país, hay están nuestros
monumentos, nuestra herencia, nuestras catedrales, nuestros padres fundadores,
ahí está nuestra historia olvidada.
¿Han muerto nuestras ciudades?
No, mientras las recordemos, mientras quedemos
algunos en pie que no olvidan y la preserven. Esa es nuestra misión como
neoleoneses, veracruzanos, yucatecos, tapatíos, es decir como novohispanos.
Marzo 2019
Publicado por primera vez en http://imaginacionalpoder77.blogspot.com/2019/03/la-destruccion-de-nuestras-ciudades.html
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